Vida en el internado

En el colegio Pforta viven todos los alumnos en el internado; no hay alumnos externos. Por lo tanto, no se trata de un mero lugar para alumnos que simplemente viven demasiado lejos como para irse a sus casas todos los días. Se trata más bien de un lugar natural de convivencia entre todos los portenses, perdiendo así, desde esta perspectiva interna, el rango de extraordinario. La naturalidad de estos nuevos lugares de convivencia queda subrayada con la también integración de los profesores. Así pues, aunque el equipo está completado por pedagogos, la tutoría se lleva a cabo por profesores que, además de dar clases, asisten a los alumnos en el internado.

El objetivo de esta concepción es evitar la separación entre colego e internado uniendo y fomentando así el aprendizaje escolar y social en un proceso único y unitario. Aquí nadie es calificado como empollón o marginado si tiene buenas calificaciones porque, además de los logros personales, el alumno debe conseguir la integración y la buena relación con los demás compañeros ya que ha de vivir con ellos en el internado. El resultado es una óptima atmósfera de estudio en la que el esfuerzo personal se refuerza con el apoyo de los compañeros y de los profesores, aún cuando no se esté muy motivado. A su vez, la vida en común desarrolla un asombroso potencial creativo que se observa en las numerosas actividades extraescolares. En los grupos grandes con diversos contactos sociales es más fácil llevar a cabo proyectos que estando sólo.

El colegio era en la Edad Media un convento. Esto confiere al conjunto de edificios un encanto especial, pero significa también que el confort se haya limitado dentro del marco de lo que es un edificio saneado. Hay seis internados: dos están integrados en el cuerpo del colegio y los restantes en edificios externos, la mayoría construidos sobre 1900 y desde entonces, continuamente renovados. Chicos y chicas no viven necesariamente en edificios diferentes, aunque sí en plantas distintas. Por el contrario, se contempla en la política pedagógica el que los alumnos de las etapas superiores (14 a 19 años) vivan en la misma planta, aunque en habitaciones separadas. Existen sobre todo habitaciones dobles, aunque también las hay individuales y con tres y hasta cuatro camas. Las últimas son sobre todo para los alumnos nuevos, mientras los alumnos de último curso se van a hacer la prueba de acceso a la universidad (Abitur) y los restantes se mudan.

Cada uno de los seis internados con entre 53 y 58 alumnos está tutorado por un profesor que vive en el internado y asiste a los alumnos en caso de necesidad, sobre todo por las noches. Aparte, cada internado posee un equipo de profesores de guardia que, en relevos diarios, cuidan del internado de 16:30 a 23:00. Los profesores de guardia son apoyados por los alumnos. De esta forma hay numerosos quehaceres que se les asignan a los alumnos para que vayan aprendiendo a tener responsabilidades.

El uso del tiempo libre queda en manos de los propios alumnos. Aunque los profesores organizan actividades o excursiones a Halle, Leipzig, Weimar, o al teatro, la mayoría de las actividades son organizadas por los propios alumnos. Hay muchas actividades con diversos temas: lenguas, ciencias, deportes, teatro, cine, periódico escolar, Amnistía Internacional, cafetería, etc. para el relax tenemos el parque, el bosque amurallado y las vecinas localidades de Naumburg y Bad Kösen. Para el mal tiempo, la biblioteca y salas de reunión y televisión.

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